lunes, 24 de septiembre de 2012

RECUPERAR LA SILUETA DESPUÉS DE LAS VACACIONES


Durante el periodo vacacional hemos estado más relajados, nuestra vida social ha sido más intensa, y hemos podido disfrutar de más tiempo libre. Nuestros hábitos alimentarios han sido diferentes (más aperitivos, comidas fuera de casa, viajes...) y al final, todo esto puede jugarnos una mala pasada y traducirse en unos kilos de más en la báscula.


Tras el periodo vacacional, el estrés también puede hacer acto de presencia: la vuelta al trabajo, el colegio de los niños, los estudios... los días empiezan a hacerse más cortos y la luz tan benéfica para nuestro buen humor, disminuye. Todos estos factores pueden hacer que, tras el periodo de relajación y de actividades al aire libre, la vuelta a las tareas cotidianas ocasione en muchas personas una fatiga moral, trastornos del sueño, cansancio, pudiendo  llegar a ocasionar alteraciones del apetito.


En esta época, es un buen momento para replantearnos desde un principio, volver a los buenos hábitos y no caer en los errores más frecuentes como pueden ser:

 
-       Comer deprisa o saltarse alguna comida, principalmente el desayuno porque no se tiene tiempo, favorecen la sensación de hambre y el consumo de alimentos fuera de las comidas.

-       Comer cualquier cosa en el trabajo o en la oficina. Esto puede hacer que se consuma más café o más té y por tanto se incremente el nivel de ansiedad.



Se deben plantear objetivos que puedan cumplirse a largo plazo, como pueden ser:

-       Desayunar correctamente, ya que una alimentación insuficiente por la mañana influye en el grado de atención.

-       Distribuir el total de la ingesta en 4 o 5 comidas. La repartición alimentaria es lo que condicionará nuestro organismo para una mejor asimilación de los nutrientes.

-       Hacer una alimentación variada y diversificada, ya que las monodietas crean carencias importantes.

-       Procurar un ambiente agradable durante las comidas y dedicar el tiempo necesario para cada una de ellas.

-       Mantener un horario, y ser regular en la distribución de las comidas, ya que en caso contrario se pueden producir desarreglos nutricionales que pueden llevar a una ingesta elevadas de alimentos o a carencias nutricionales.

-       Vigilar la sal que se añade a las comidas para evitar retenciones de líquidos.

-       Beber 1,5 l de agua al día aunque no se tenga sed, para mantener una buena hidratación del organismo.

-       Limitar la ingestión de cafeína, alcohol, teína. Privilegiar las infusiones diuréticas (cola de caballo, salvia, menta...)



También es el momento de empezar a reforzar nuestro sistema inmunitario y equilibrarlo de todos los excesos del verano. A medida que las semanas van pasando, iremos cambiando gradualmente nuestra forma de alimentarnos. Así, iremos dejando poco a poco la alimentación veraniega(comidas y bebidas frías, ensaladas...), para dar paso a una alimentación acorde con esta época del año. Es importante adaptar nuestra alimentación a los cambios estacionales.




Sin olvidar la actividad física regular, de dos a tres veces a la semana, complemento indispensable para la salud, el equilibrio y el bienestar.